LA DEPRESIÓN COMO DISIDENCIA
Y TRANSGRESIÓN ARTÍSTICA
He tenido la
oportunidad - o maldición - de vivir la depresión en doble vía. A lo largo de
ese camino que muchos llaman vida he tenido la suerte de encontrar, como si no
fuese al azar, personas diagnosticadas con trastorno depresivo mayor.
Innumerables son los casos, pero hay unos que recuerdo con más lucidez que
otros.
Y en
aquellos casos que recuerdo con mayor lucidez encontré aquel nirvana que muchos
buscan en la ausencia de tristeza. Pues en aquellos seres, esos que el
filósofo alemán Martin Heidegger llama Dasein (ser-ahí), seres que han
sido arrojados al mundo con la consciencia de que en medio del mar de
posibilidades que hay de ser, en todas ellas está la inminente posibilidad de
morir.
¡Son únicos!
Porque en la
posmodernidad todos niegan la muerte. Salvo unos seres melancólicos golpeados
por alguna gran catástrofe o una profunda tristeza sin razón. Y esto se
debe a que, aquel ser que ha sido arrojado al mundo tiene el pensamiento de
muerte inminente porque se siente arrojado a las posibilidades, es decir en el
futuro. Y el futuro causa ansiedad, angustia. Y es la angustia, lo que te hace
humano. Como escribió el filósofo Kierkegaard, "El
hombre es ese ser que se angustia y es más profundamente hombre cuando más
profundamente se angustia."
Mientras que en contraste, un ejemplo del rechazo a la muerte, es que en el
pasado los cementerios estaban en el centro de las ciudades, ahora están a las
afueras. Porque ya la muerte no es paz, es enfermedad. La idea de la
muerte se posterga. “Vas a morir, pero aún no”. Los otros mueren. El otro envejece.
Hay enfermedades “penosas”. Rechazo al anciano, al enfermo, olvido del muerto,
olvido del ser-ahí.
La
depresión y el arte
Se puede
ver, en los ojos cansinos de quien lleva tal carga en sus hombros, el
reflejo del mundo, el caos y dolor que este suscita. En aquel sensible de
apariencia impenetrable están como en el enamorado, las metáforas que
embellecen al universo.
Cuando era
niña, vi muchas veces la tristeza de cerca. Esa tristeza enfermiza que aniquila
al otro. Rafaela Albis a sus 50 años, con sus ojos verdes, cansados y húmedos,
clavaron en mí aquella espina que es ahora una herida fundamental.
De manera
análoga, Jaime su hijo, el poeta frustrado, tenía la misma mirada. Su
adolescencia se había marchado como aquellos viejos amores, como aquellos
poemas echados al olvido en una esquina del cuarto de ‘San Alejo’.
Pero aún en mí, cargo dos puertas que jamás podré olvidar. Angélica huía de
una rutina que le era ajena. Sus ojos apagados por los daños y las soledades de
quien vive acompañado, presionaron en aquella tristeza inherente a quien lleva
una tara en la sangre. Angélica también es poeta.
Tal y como lo expuso Andrew Solomon, “Conocemos la depresión por medio de
las metáforas. Emily Dickinson, fue capaz de expresarla en palabras. Goya, en
una imagen. El principal objetivo del arte es describir esos estados
emblemáticos.”
Edward Hopper - Morning Sun |
Maggie
Robbins, poeta y psicoterapeuta describió un episodio depresivo cómo “Estaba
cantando Where have all the flowers gone, una y otra vez para tener mi
mente ocupada. Cantaba para tapar las cosas que me decía mi cabeza: No eres
nada. No eres nadie. Ni siquiera te mereces estar viva. Fue en esa época cuando
empecé a pensar seriamente en suicidarme.” Pero en su libro de poesía escribe “Suzy
stans before the mirror: sultry, soulful, calm, complete.”
En cambio,
la poeta argentina, Alejandra Pizarnik debido a su profunda depresión y baja
autoestima, se suicidó a los 36 años, dejando en su poesía el reflejo de su
inestabilidad psíquica. “Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y
el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el
alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro
debajo de mi nombre. “
Y esto se debe en parte a, como la filosofa y psicóloga Leonor Villaveces
comentó, “si es una ‘anormalidad’ puede ser una ‘anormalidad’ que se
reivindique tanto y que sea tan maravillosa, tan creativa y tan llena de
posibilidades como lo es cualquier ‘anormalidad’. Porque Son precisamente esas
‘anormalidades’, esas pequeñas excepciones a la regla, estos lugares donde ya
no estamos tan seguros, lo que están más allá del límite son los que nos permiten
pensarnos la vida de manera distinta”
La depresión como transgresión
del orden establecido.
Mientras que el modelo capitalista necesita de sujetos funcionales que
produzcan cada vez más y que consuman todo lo que el mercado tiene por ofrecer,
existen quienes se resisten.
La socióloga
de la universidad Nacional, especialista en Género, Claudia Álvarez, menciona
que, “El capitalismo es un sistema económico que se apropia de los cuerpos, a
través del trabajo para producir capital. Capital que requiere además unas
disposiciones corpo-psico-emocionales por parte de los sujetos. Con el fin de
que se involucren en el sistema productivo, con sus aspiraciones: académicas,
laborales, productivas, "de superación", de "ser alguien",
de "emprendimiento".”
Siguiendo ese orden de ideas, si “la depresión y la ansiedad paralizan”
(Andrew Solomon), entonces existen, quienes en su no poder hacer nada,
transgreden lo que el sistema les exige. El no poder sentir ni hacer, el no
querer ni desear un algo o a algún otro, el enfriar cada articulación y dormir
eternidades o morir en la vigilia; es resistencia. El no hacer nada es
reaccionario.
Porque sujetos que no hacen
nada, no le son útiles al sistema. Porque al no ser vital no se sigue, como
expuso Claudia Álvarez, “La idea brillante del capitalismo que es hacer coincidir
nuestros sueños con sus expectativas de venta”. Pero como escribió Foucault,
“Dónde hay poder, hay resistencia” y aquel otro, que también hace parte de mí,
es el gemido adolorido de la libertad.