domingo, 20 de octubre de 2013

Salmo responsorial

Pintura: Carlos Azulay
Al salmo todos repiten: Decimos sin rubores que somos esclavos de los excesos


La verdad de quien vive sin ataduras terrenales, se contempla desde su libertad erótica. Así que no nombréis a la virtud ante mis ojos, que os mandaré el calor del infierno al abismo asexuado. 

<<Decimos sin rubores que somos esclavos de los excesos>>


Cuando te sentéis a comer con un masoquista sumisamente admira  lo que ante ti se encuentra; ponte el cuchillo en la garganta si sois hombre o mujer dado al apetito. Codicia las golosinas, y las carnes engañosas.

<<Decimos sin rubores que somos esclavos de los excesos>>

No reprimas al sado, pues él es creador, ni oprimas al 'inmoral' que llame a tu puerta que de él seréis esclavo. 

<<Decimos sin rubores que somos esclavos de los excesos>>


Deberéis hacer transcender las palabras. haréis poesía en un orgasmo. Haréis del vicio tu credo, al recorrer las aguas exquisitas de los caudales de Tánatos.

<<Decimos sin rubores que somos esclavos de los excesos>>


Inclina el oído y escucha mis palabras. Lleva a los excesos a tu prójimo, que de haceros esclavos de Eros me encargo yo.

<<Decimos sin rubores que somos esclavos de los excesos>>


No hables en presencia del virtuoso pues despreciará la influencia de tus palabras en sus partes intimas.

<<Decimos sin rubores que somos esclavos de los excesos>>

miércoles, 16 de octubre de 2013

Entre lineas eróticas

Escribir para expulsar de mi pecho las ganas de ser ave y muerte,  universo de signos y pasos. Pasos que se cruzan, que se estrellan y se pierden. Pérdidas, hasta luego y regresos. De milagros; vivo, vivimos. Las más fatídicas experiencias nos llevan al encuentro de dos mundos, entre el antes y el después: punto muerto. Mientras tanto entre sollozos reímos. Experiencia reveladora fue el encuentro de dos cuerpos celestes. Va y ven; vaivén. Estupor y sed. Entre imágenes y palabras las voces enmudecieron, a consecuencia de  mis manos recorriendo, con suavidad,  el altar de tu desnudez. Bendita seas misteriosa mariposa. Mis dedos tiemblan, y retoña un te amo entre cimientos mojados. Las olas penetraban el mundo, y  este, incauto, se hizo nuestro. Te hice mía entre versos, mientras tu sabia se hacía prosa en mis labios enmudecidos. Vagabunda entre tus curvas, vi perder hasta mi aliento. No me quedaba nada sino las ganas de tus ríos acaudalados. Y yo, extasiada te acaricio como un pincel a un lienzo.