domingo, 14 de octubre de 2012

Diario de una limítrofe, 14 de octubre.

Confieso que hoy estoy de un animo, que me lleva el demonio. Sinceramente, no me tolero, no tolero a nadie. Si tuviera dinero, me iría lejos. Me llevaría una libreta debajo del brazo y nada más. Pero no crean, no estoy deprimida, del todo, en realidad es una 'mescolanza' de sensaciones. Tengo rabia, tengo tristeza, tengo sed de muerte y no precisamente de la mía. Tengo ganas como de ir a una montaña, a fumarme el mundo de un respiro, a vomitar mis viseras, a gritar como una cría desconsolada. La verdad es que necesito un Kamikaze, que me salve (Kamikaze en sus dos sentidos, en el japonés, y en el estadounidense). La verdad es que necesito cualquier cosa, ajena a mi, que este dispuesta a arriesgar, arriesgarme, arriesgarse. Es que me siento sofocada, sin aire, sin vida. Es que siento que estoy en un eterno morir, una cosa absurda que se siente en la garganta, en el pecho. Y es que tiemblo, camino ansiosa. Sudor, estupor, miedos. Estoy en el averno. Me siento en un descenso al Maelstrom, si exactamente, me pierdo, te pierdo. Y siento una agonía, un letargo. Es una ridiculez que no tiene nombre, pero que existeen mí, en quienes me rodean. Maldita sea la existencia del hombre que vive campante, sin problemas. Maldita sea la injusticia que me postra de rodillas.

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