El sonido de los pajaritos,
los miedos y las serpientes; no presentes,
las caricias principiantes,
los atardeceres.
La estulticia nos observa,
nos carga de apetecible energía.
Nos eleva y nos cuenta,
lo que es verdad y lo que es mentira.
La cabeza nos da vueltas,
espiral del silencio en la naturaleza,
que danza y nos invita a lo infinito,
a lo extra-terrenal de un suspiro.
Lo que conmueve y lo que hechiza,
la conciencia de locura,
la luz, dulce, que refleja.
La terquedad y el símbolo de pureza.
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