Las palabras que digo a diario me persiguen, como puñales estranguladores. Sin embargo muchas de las conversaciones más serias que he tenido no han salido de mi mente. Porque son constantes, siguen un hilo, tienen patrón, no carecen de argumentos y poseen una sintaxis extrema que mejor no las digo en voz alta porque seguro querrían plagiarlas. Por esa razón considero que la persona más interesante para mi, yace en mi propia conciencia.
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