miércoles, 10 de julio de 2013

Nueve

Olor a hierbas en esas cuatro paredes que nos camuflaban. Tu mirada, la mía. Las ganas subían al infinito. Te acercaste, te observé, me acariciaste y me congelé. Mordí mis labios. Nuestro primer beso. Desbordando deseo. Conexión instantánea. No puedo evitar querer comerle la vida con mi boca mientras  acariciaba, debajo de la blusa, mi espalda. El humo en el cuarto, la magia cubriendo nuestros ojos.  Viajamos juntas. Su primera vez, mi primera vez a su lado. Mi respiración se aceleraba como mis ganas de quitarle la ropa. La sangre hirviendo, el verano que nos iluminaba. Temblores, palabras sueltas, palabras presentes, palabras sinceras. Sus besos. Conquistó mi conciencia. Llegaron mis horas de gloria. Perdí la razón, cosmovisión. Nos frenaban las ganas de una segunda vez. Las mariposas nos rodeaban, nos rozaban. Gozar la eternidad de un gemido ahogado. "Detente". El descontrol no se impuso. Aunque intenté amarrarme al placer. El deseo contenido, los besos delatadores. Las miradas de láser. Sus piernas, las mías, roces y caricias homicidas. El teléfono, los otros. Las ganas de quedarnos la noche entera. La lengua y sus descargas. La pasión que no es solo del momento. El gemido tácito. Las olas del mar fluctuando entre dos cuerpos. EL universo iluminando un nuevo camino. Rítmico va y ven de caderas.

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