domingo, 10 de noviembre de 2013

Tres y veintitres

Mis recuerdos me sostienen aunque me ataque a escasos segundos de la realidad. Los últimos lasos que atan ya no aprietan. Nietzsche sugiere que se muerda la cuerda. Ya no tengo miedo. Razón, causa y efecto. Fría y nebulosa. Es tiempo de correr, abrir los brazos y dejar que el viento recorra mis pasos. El vacío permanece, nunca se ausenta, él no. Lo demás, de más. Vivir la vida como una obra implica morir en el intento. Vale la pena, la ausencia. Mis pulmones cargados de vida, ida. Su sinergia lunar y su magia soñolienta, mi desvelo, mis telas solitarias, mi eterno retorno al punto de partida.

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