miércoles, 4 de diciembre de 2013

Vuelo rápido

Era de noche. Sus gritos golpeaban fuerte, sus palabras herían y yo resistía sin ni siquiera parpadear. Discutíamos como de costumbre. Llegué a un punto de poder abstraerme en totalidad.  Mi alma vagaba por el pasado, por la belleza de su sonrisa, su mirada déspota, sus mil formas infantiles de decirme te quiero.  Después esa sensación venía a mí, las ganas de callarla. Empiezo a sentir sed, y lamento haber rechazado el vodka toda la noche, mi respiración se vuelve pesada, mis parpados bajan un poco, mis ojos hacen que ella baje su mirada. Muerde sus labios, ríe. Pongo mi mano entre sus piernas, y una voz aguda sale desde sus entrañas. En el medio de la nada, empezamos a besarnos con frenesí. Sus manos desesperadas me acarician, mientras beso su cuello. Nos quitamos la ropa a la velocidad que demandan dos cuerpos que se desean con cada átomo. Me muevo sobre ella, cierra sus ojos, muerde sus labios, los míos. Su respiración se agita y tiembla por dentro. En una va y ven, se viene, me vengo, nos vamos. Recoge sus cosas y yo las mías, y como si nada hubiera pasado sonreímos, me dice que me ama y asunto olvidado. Tantas palabras sueltas, para olvidar todo en un apasionado encuentro de cuerpos. Eros recibiría un nobel de paz, si en su nombre no se perpetuaran tantos asesinatos.Y ahora, los días suelen cambiar con tal velocidad, hoy eres tú, mañana seré yo, pronto será el mundo. Tomo una copa de vino en tu nombre, y la sombra de una niña intenta morderme. 

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